Si el exceso casero es de tomate de mesa, conviene escurrir muy bien los tomates, ya que tienen mucho más líquido, antes de procesarlos. Nos ahorrará tiempo y energía. Conviene hacer el cálculo de azúcar después de escurridos.
Como en todas las mermeladas que yo hago la cantidad de azúcar es menor que la comercial. El método infalible es la prueba ya que la cantidad de líquido que desechamos es muy variable.
4 kg de tomates maduros, 1,5 kg de azúcar.
Lavar los tomates y cortarlos a trozos para facilitar la eliminación de líquido. Podemos apretar un poco cuando escurrimos. Calcular ( aunque sea a ojo) el peso del tomate y ponerlos a cocer unos 5 minutos, en una olla alta para facilitar la eliminación de pieles y pepitas. Pasarlos por la batidora y después el pasapurés. Como a mi me gusta la mermelada un poco "gruesa" partiremos un par de tomates a cuadraditos, dejarlos escurrir.
Poner a cocer otra vez en la olla la pulpa de tomate a fuego fuerte para evaporar líquido. Cuando tenga casi la consistencia que nos gusta, añadir el tomate cortado y el azúcar, dar vueltas y bajar el fuego. Ahora hay que estar atento pues el almíbar gasta malas bromas.
Cuando cumpla nuestras espectativas de espesor, apagamos el fuego y lo metemos en botes. Hay que tener en cuenta que en caliente varía la densidad. Para ver el efecto final, coger una cucharada y echarla a un plato, cuando se enfríe, veremos si nos gusta.
Si los botes están limpios y embotamos en caliente, no es imprescindible esterilizar, el azúcar hace de conservante aunque como yo pongo poca cantidad lo suelo hacer.
Ya tenemos mermelada para todo el año.
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