Como estamos en primavera va de verduras. Las espinacas congeladas van bien para tenerlas como reserva en casa pero cuando tengáis ocasión comprad un manojo de frescas, vale la pena. Su preparación cuesta muy poco esfuerzo.
Para que las espinacas conserven su color verde brillante, hay que cocerlas el tiempo justo y después, escurrir inmediatamente. Si no las vamos a comer inmediatamente, enfriarlas rápido. Hay gente que las sumerge en agua con hielo, yo no llego a tanto, pienso que pierden sabor con tanta agua.
Sirve tanto como plato como guarnición y aunque yo lo prefiero así, en lugar o además de piñones y pasas, se pueden añadir jamón, gambas...
1 manojo de espinacas, 2 cucharadas de piñones, 2 cucharadas de pasas, 1 ajo, aceite y sal.
Poner un puchero de forma alta a ser posible, con unos 5 cm de agua a hervir.
Para limpiar las espinacas: llenar un recipiente grande con agua o poner el tape del fregadero. Cotar el tallo en el punto que se unen todos para formar el manojo, meterlas en el agua. Cuando hemos cortado todos los tallos, mover un poco con la mano para facilitar que la tierra se desprenda y ponerlas en un escurridor cogiéndolas con la mano sin volcar el agua para que la tierra se quede en el fondo del agua que tiramos.
Cuando hierva, echar las espinacas chafandolas un poco para que todas queden sumergidas en el agua hirviendo. Cuando empiece a hervir otra vez, contar 3 minutos y escurrir.
Mientras tanto, pelar el ajo y en una sartén grande poner 3 cucharadas de aceite, el ajo partido, a fuego medio. Cuando se empiecen a dorar, añadir los piñones, dar unas vueltas, añadir las pasas. Apagar el fuego.
En el momento de servir, incorporar las espinacas escurridas y saltear todo junto a fuego medio un par de minutos.
Otra opción es cambiar las pasas por arándonos rojos secos u otra fruta pasa.
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